Una organización británica, Edge, publica anualmente una recopilación de respuestas a una pregunta que lanza a científicos e intelectuales. El otro día descubrí en una librería una de sus publicaciones, de 2005, año en que la pregunta fue “¿En qué crees pero no puedes demostrar?”.
Hay respuestas que abarcan diferentes ámbitos: vida extraterrestre, origen de lenguaje, mutación genética, funcionamiento del cerebro… Demasiados temas para resumirlos o incluso recordarlos.
El caso es que algunos autores han señalado la polémica “filosófica” de la cuestión, ya que todos creemos en cosas aparentemente claras pero indemostrables para cada uno de nosotros. Uno de los autores, por ejemplo, bromeaba con que realmente no puede demostrar la existencia del electrón, no puede verlo, tocarlo, nos tenemos que creer lo que nos dicen otros científicos o los libros de texto, pero que en todo caso tenía un generador eléctrico para usar contra cualquier incrédulo que dudara demasiado de su existencia.
Y es que todos construimos nuestras creencias sobre unos cimientos que no son tan sólidos como pensamos. Hasta el axioma más básico está basado en la fe.
Y que conste que lo dice un escéptico irredento.
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