Según la teoría del Big Bang, todo el Universo se originó a partir de un único punto, del tamaño de una pelota de fútbol, punto que condesaba toda la materia y la energía, punto que es el ancestro de todos los átomos de nuestro cuerpo. Es sólo una teoría, no es algo irrefutable, y deja muchas puertas abiertas. ¿Qué había antes? ¿Han existido más Big Bangs?...
¿Por qué estoy dispuesto a creerme una idea tan absurda e incompleta como ésta y no me creo que haya un ser superior que haya guiado todo el proceso? Es una pregunta que podría hacer un creyente, animado por las debilidades de teorías aparentemente muy especulativas.
Pues porque aunque las teorías sobre el origen del Universo puedan tener debilidades y flecos, es normal que el ser humano no sea capaz de responder con exactitud todos los misterios del Universo. Por lo menos por ahora. El conocimiento evoluciona por acumulación y si hoy no somos de responder algo con precisión tengo la certeza de que seremos capaces de encontrar la respuestas mañana. Si la teoría del Big Bang no es correcta, tarde o temprano alguien vendrá con una idea mejor, que se ajuste mejor a la realidad que observamos, en lugar de aceptar dogmas originados hace miles de años en unas sociedades diferentes a la nuestra, dogmas que han sido arbitrariamente manipulados a lo largo de los siglos.
Porque tratar de encontrar una respuesta, por incompleta que pueda ser, es mejor que renunciar a entender algo, usando el "comodín mental" que supone rellenar los huecos de nuestro conocimiento con dioses y supersticiones.
Porque a pesar del vértigo que puede suponer entender que la vida es un accidente, que en principio no tiene sentido, me siento afortunado porque me ha tocado la lotería de vivir y quiero disfrutarlo mientras pueda, sin caer en la tentación de utilizar el placebo de la religión.