El progreso tecnológico es para muchos nuestra única salvación frente a la superpoblación del planeta. Sustituámos coches de gasolina por eléctricos, energía nuclear por eólica y solar, reemplacemos las viejas bombillas por otras más eficientes... Y la verdad es que tiene sentido.
Pero claro, siempre hay un cenizo que aparece por ahí nos agua la fiesta. En este caso es un tal Wiliam Stanley Jevons, que a mediados del siglo XIX ya advirtió que la mejora en la eficiencia en el uso de un recurso en lugar de reducir el consumo de ese recurso puede hacer que se incremente.
En su momento él se refería al carbón, que era el petroleo de su siglo. Se dio cuenta que la mejoras en los motores de vapor, que entre otras cosas sacaban más partido por kilo de carbón, hizo que su uso se extendiera a más industrias, lo que provocó un aumento en su consumo. Ya en aquella época la preocupación era que no iba a haber suficiente carbón para satisfacer tanta demanda (¿a qué nos suena esto?), ante lo que los "pro-tecnólogos" argüían que las mejoras en la eficiencia solucionarían el problema. Pero el bueno de Jevon decía que nanái, que lo que esto provocaría es todavía un mayor consumo.
Así que progreso tecnológico sí, pero depende. Que la energía solar y eólica fuera capaz de reemplazar a otras fuentes más contaminantes es deseable, pero mejorar la eficiencia de los coches de gasolina, por ejemplo, puede ser insuficiente. Hay estudios que muestran que el incremento en la eficiencia de un motor de un 5% sólo reduce el consumo de gasolina en un 2%. ¿Dónde se ha ido el 3% restante? Pues, por ejemplo, en "pisarle" más al coche, o en hacer más kilómetros, que nos puede el vicio.
(Por cierto, que como escuché hace poco, que no nos preocupemos, que las reservas de petróleo no se nos van a acabar, que alguna tecnología vendrá sustituirá al petroleo antes de que se acabe. Ya pasó con el carbón).
No hay comentarios:
Publicar un comentario