Nunca hay una única razón para nada,
pero el que Estados Unidos haya tenido un poder tan importante
durante el último siglo tiene que ver con el poder de sus empresas y
con el momento que les tocó vivir hace tres o cuatro generaciones.
Hoy existe un país que disfruta de una
ventaja competitiva que puede contribuir a su dominio en un futuro
cercano. No sabemos nada de empresas como ZTE, Yulong o Xiaomi,
pero estas empresas chinas cuando sacan sus productos a la venta
pueden alcanzar a cientos de millones de consumidores a una velocidad
mucho mayor que la que puedan alcanzar sus homólogos americanos o
europeos (por cierto, son empresas que fabrican móviles). No tardaremos de saber de ellas.
Pero al mismo tiempo la sociedad china
ha experimentado un desarrollo vertiginoso en el último siglo: desde
una estructura feudal a un capitalismo exacerbado, pasando por un
comunismo verdaderamente de masas.
Uno de los desequilibrios que sufre
está relacionado con la política del hijo único que se implantó
hace más de 30 años. En los países desarrollados (permítanme
incluirnos a los españoles en este grupo, aunque sea por unos añitos
más) no vamos sobrados en lo que al ratio de nacimientos se refiere,
pero parece que China a logrado en 20 años lo que por aquí nos
costó 75. Allí los que tienen dinero pueden pagarse las multas que
conlleva tener más de un vástago, pero muchos optaron por abortar,
sobretodo si el feto era el de una niña, o incluso ocultar al bebé,
de tal forma que hoy en día existen adultos que no han podido ir a
la escuela, que legalmente no pueden trabajar, ir al hospital o
incluso casarse. La sociedad está envejeciendo a un ritmo
vertiginoso, el número de dependientes es desorbitante.
Así que el relevo de potencia
dominante que nos toca presenciar en las próximas décadas nos puede
traer como jefe a toda una joya.
Pero bueno, a saber, a lo mejor no es
China, sino India, que vendría a ser casi lo mismo. O el cambio
climático nos arrasa a todos y empezamos de cero.
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