Miro el recipiente en el que ponemos la fruta y veo lo siguiente:
Plátanos de Costa Rica.
Manzanas de Sudáfrica.
Kiwis de Nueva Zelanda.
Mandarinas de España.
Uva de Chile.
Y yo, un valenciano-albaceteño, aquí, en el condado de Wiltshire, en Inglaterra.
Cosas de la aldea global y eso. El problema, el impacto ambiental del capricho de comer lo que nos apetezca en cualquier momento del año.
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