Los trabajadores que tienen más opciones para trabajar desde casa suelen tener sueldos más altos. La gente que trabaja en supermercados, gasolineras, hospitales, almacenes... ganan menos y se arriesgan más.
Y encima Covid-19 contribuye a que los que trabajan desde casa ahorren más. Transporte, comida, ropa, un pequeño ahorro todos los meses que no viene nada mal, una nueva fuente de desequilibrio entre los que tenían más y los que tenían menos.
Tanto es así que los economistas del Deutsche Bank proponen crear un nuevo impuesto para los que trabajan desde casa, dinero que podría ser desviado hacia los que no pueden trabajar desde casa.
Tiene sentido. Pero también no lo tiene. La economía y la sociedad cambia, los ritmos se aceleran, hay ganadores y perdedores. ¿Suavizamos la transición o la aceleramos?
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