jueves, 10 de noviembre de 2011

No me llames Iluso porque tenga una Ilusión


Confieso que juego al Euromillón. He leído y escuchado razonamientos de matemáticos que dicen que hacerlo es una tontería, que las posibilidades son tan ridículas que no vale la pena malgastar dinero en ello, que nuestras esperanzas de ganar algo con esto son irracionales.

Bueno, vale, pero yo sigo jugando al Euromillón. Y a la Primitiva. Todas las semanas me gasto unos euros en esto. Tiro el dinero, según estos matemáticos, pero mi mente irracional tiene este espejismo de razonamiento:

"Todos los días, sin realmente quererlo, juego a una lotería que tiene un premio siniestro: tener un accidente de tráfico. Ni siquiera nombro de que tipo. El caso es que hago unos 40 kilómetros de ida y 40 de vuelta todos los días para ir a trabajar, entre ciudad, autopista y carreteras secundarias. Me considero un conductor prudente pero esto no me libra del todo de la posibilidad de un accidente. Es improbable, es cierto, pero todos los días tengo ese ticket imaginario que deseo que no me toque nunca. Así que pienso que, para compensar, me voy a comprar un ticket de los que puede que toque, pero que toque algo bueno, unos cuantos millones de bueno. Y de todas formas no voy a salir de pobre si me ahorro esos pocos euros todas las semanas".

Así que lo más seguro es que no me toque pero si no juego a la lotería, a la buena, entonces seguro que no me toca. ¿O no?

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