Pero en otras ocasiones los guionistas no se andan con contemplaciones y se recrean en el momento con una mezcla de poesía y toques de psicopatología, como este final de una de las pelis de Harry el Sucio, con su legendaria perorata de cuántas balas le quedan en su Magnum 44:
En este ejemplo de una película de Jodie Foster que pasó hace unos años sin pena ni Gloria, la protagonista no recurre ni a la defensa propia, toda una declaración de principios:
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