Experimentos similares se sucedieron con ratas, perros, ovejas, con resultados diversos: las ovejas durante unos minutos pesaban más después de muertas, deduciendo que una especie de "portal místico" se abría sobre sus cuerpos, provocando que pesaran más; no encontró diferencias en el caso de los perros, lo que le llevó a la conclusión de que no tenían alma. Por supuesto, no se trataba de animales moribundos, los envenenaba.
Parece que su siguiente paso era fotografiar el alma, pero fracasó en el intento.
Llegó a publicar sus estudios en alguna revista científica de la época y se convirtió en una especie de leyenda urbana desde entonces.
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