Entre el 50% y el 70% de las operaciones bursátiles de Estados Unidos son realizadas por ordenadores, capaces de ejecutar transacciones en menos de un microsegundo (una millonésima parte de un segundo).
Estos ordenadores tienen programados algoritmos que lanzan vertiginosas órdenes de compra y venta en función de múltiples variables. Entre ellas está incluso Tweeter, sobre el que pueden rastrear palabras clave en tweets the fuentes de solvencia, palabras como "bomba", "Casa Blanca", "Obama", "Herido" para lanzar órdenes de compra ante la previsible bajada de la bolsa que esto produciría.
No es un caso hipotético, sucedió el pasado Abril, cuando la cuenta de la agencia de noticias AP fue hackeada y un tweet con esas palabras fue publicado. Provocó una caída del índice Dow Jones de 143 puntos, hasta que unos minutos después fue aclarado el malentendido.
Sólo quedó como un susto para los operadores bursátiles, pero es una muestra de la fragilidad a la que nos expone la creciente automatización y conectividad de los sistemas. Todavía estamos en los albores de este proceso pero cada vez vamos dejando más y más espacio a que los ordenadores hagan nuestro trabajo, basándose en reglas y algoritmos que en la mayor parte dejan mucho que desear, porque somos nosotros los que los programamos. ¿Cómo vamos a definir unas reglas si no tenemos unas idea clara de como deben funcionar las cosas? ¿Quiénes son las que las definen? ¿Nos podemos fiar de ellos? ¿Hay alguien que realmente tenga una vision global que se asegure de que la combinación de todas esas reglas tenga un efecto beneficioso?
Mi inquietud no va por la linea conspiranoica, sino por la de la combinación de la inherente ineptitud humana y la inexcrutable complejidad de lo que nos rodea. Una combinación cuanto menos inquietante.
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