Durante la
instrucción, en mi primer mes de mili, un sargento nos arengó, paseándose entre
nosotros, como si acabara de salir de una película americana del Vietnam.
“Creéis que habéis tenido mala suerte porque os ha tocado Melilla…
Creéis que habéis tenido mala suerte porque os ha tocado los Regulares…
Creéis que habéis tenido mala suerte porque os ha tocado la Tercera Compañía…
Pero estáis equivocados…
¡Vuestra mala suerte comienza ahora!...
Porque os ha tocado el sargento Jimena, que soy yo…”
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