miércoles, 27 de noviembre de 2013

Qué error

Estoy aquí escribiendo estas líneas por una sucesión de cagadas que se inició hace miles de millones de años.

Todo empezó en el Precámbrico. Resulta que un antepasado mío, una procariota, tuvo descendencia con errores genéticos. Pobres vástagos, debió pensar mi ascendiente, pero estaba equivocado. Resulta que hubo un cambio de temperatura brutal y los hijos “defectuosos” sobrevivieron, los “predilectos” fueron los que la palmaron.

Las chapuzas genéticas se sucedieron durante millones de años, la mayor parte de ellas eran realmente cagadas que no favorecían en nada a los que las sufrían, pero muy de vez en cuando, por pura chamba, el error combinado con un cambio del entorno resultaba beneficioso. Así sucesivamente, durante ingentes cantidades de tiempo, hasta que mis padres, ya seres humanos, de Albacete para más señas, me concibieron.

Otro tipo de errores, fuera del mundo genético, también pudieron influir en este afortunado suceso. Por ejemplo, dada la diferencia de edad con mis hermanos mayores no descarto que yo fuera fruto de un mal cálculo con el método de Ogino. O una rotura de condón. O una pastilla olvidada en el cajón.

Así que, ¡Bienaventuradas las Cagadas! Porque de los errores pueden aparecer beneficios inesperados.

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