sábado, 11 de enero de 2020

La perspectiva y los besugos

¿Que qué opino de esto o de lo otro? Pues depende desde que punto de vista lo mire. Pongamos el caso de un besugo que me estoy comiendo. Lo tengo ahí enfrente, con su guarnición, con su mirada perdida, su presentación impecable. Me lo voy a zampar, es ley de vida, los seres humanos comemos besugos. Pero si lo miras en perspectiva, el azar nos ha puesto ahí, frente a frente, sin que ninguno de nosotros dos hayamos tenido mucho que ver con el encuentro. 
Este besugo, como yo, tuvo unos padres, y esos padres otros, y así sucesivamente. Si rebobinamos lo suficiente, ponle que unos millones de generaciones, resulta que tanto el pescado como yo compartimos un mismo ancestro acuático. En algún momento de la evolución, los seres humanos y los besugos empezaron su divergencia, yo tuve la ¿suerte? de ser descendiente de la rama que acabarían sirviendo besugos al horno con patatas. Y el infeliz que está frente a mí acabó, pues eso, estando frente a mí.
Esto explica muchas cosas. Como que tengamos la sensación de que halla tantos seres humanos que se comporten como besugos. Lo que te da por pensar, ¿habrán besugos que se comporten como humanos? No sé, a lo mejor, allá por los fondos marinos, hay besugos que recalifican terrenos, se hacen selfies o cantan trap.
En fin, que me lo voy a comer. Me acabo de informar, y el besugo no es tan inocente como lo pintan: resulta que es un depredador, que se como otros peces más pequeños, incluso las larvas y los huevos de otros. Qué cabrón… pues resulta que sí, que sí tiene ese aire hijoputesco que tenemos los humanos.
No sé si será cosa de la perspectiva o qué, pero este besugo a la madrileña está de puta madre…

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