Ya he empezado a leer artículos que giran sobre la idea de una planeta, un “Gaia”, vengativo, que ataca a los seres humanos como consecuencia de lo mal que nos estamos portando, en este caso a través del Covid-19.
Es enternecedora la necesidad que algunas personas tienen de encontrar entes sobrenaturales que de forma más o menos consciente actúan en determinada dirección para ajustarnos las cuentas.
Esta necesidad está relacionada con la búsqueda de significado y sentido a la compleja realidad que nos rodea, la necesidad de ajustar esta realidad a nuestra propia existencia.
Entiendo esta necesidad, porque ayuda a sentirnos un poco menos solos y frustrados, pero reconozco que cuando escucho a alguien decir cosas como “todo sucede por una razón”, me pongo de los nervios.
Porque creo que es mejor reconocer que el mundo no gira en torno a nosotros, que muchas veces lo que te acaba influyendo obedece a fuerzas ajenas a ti, que no saben ni quien eres ni les importa un pimiento, ni tienen una “conciencia” ni un plan maquiavélico para ajustar cuentas con el Universo.
Y no creo que este pensamiento se más deprimente, sino todo lo contrario, es más liberador. Lo contrario tiene un punto de infantil, de dependencia en entes superiores que saben más que nosotros, de sumisión a esos supuestos poderes ocultos. Reconocer que somos pequeñitos e indefensos es más realista, pero al mismo tiempo te hace más consciente de tu capacidad de actuación y te hace valorar más la suerte que tienes de vivir y respirar y disfrutar de este mundo.
Así que no, el Covid-19 no es una respuesta vengativa de la Naturaleza a la sobre explotación que los seres humanos estamos ejerciendo sobre los recursos del planeta o una respuesta al cambio climático. El Covid-19 es la consecuencia de una mutación de un virus que afecta a los humanos más de lo normal, originado probablemente por las prácticas alimentarias en determinadas sociedades, amplificado por la superpoblación y por el desarrollo actual de las comunicaciones. Y tenía que pasar por pura estadística, el problema no era si iba a pasar, sino cuando. Nuestra falta de previsión ha hecho lo demás.
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