miércoles, 24 de junio de 2020

El concepto es el concepto


La peste antonina asoló el imperio romano allá por el siglo II d.C., y se considera la primera pandemia global, ya que fue la primera vez que una enfermedad infecciosa se propagó en una amplia zona geográfica en un corto espacio de tiempo.

Escuchaba ayer un podcast sobre esta peste y uno de los entrevistados mencionaba lo difícil que era para la gente de la época entender situaciones así. Faltaban casi dos mil años para que se descubrieran los microbios, así que el sentido que se le daba a toda enfermedad se basaba en el capricho de los dioses. Si algo malo sucedía era porque se habían cabreado o porque no se les había hecho ésta o aquella ofrenda.

A falta de los conceptos más básicos se recurre al pensamiento mágico y suceden cosas como las situaciones que se crearon en otras pestes, donde en algún lugar que no recuerdo se echó la culpa a los gatos, como criaturas diabólicas, y se los cargaron a todos. La consecuencia fue que las ratas, las verdaderas propagadoras de la peste, incrementaron su población de forma explosiva y acabó muriendo todavía mucha más gente.

Qué torpes, ¿no? Sí, qué torpes ellos y que torpes nosotros. Porque a pesar de que hemos subido varios niveles en nuestro entendimiento de la realidad, todavía el pensamiento mágico ocupa su lugar debido a que nos faltan conceptos básicos para entenderla en toda su amplitud. Puede que sepamos que es un microbio pero no sabemos, por ejemplo, como controlar los ciclos económicos o sociales. Nos subimos con entusiasmo a las olas del crecimiento para darnos de bruces pocos años después, rasgándonos las vestiduras por el impacto en la deuda y el paro.

La cosa de la importancia de los conceptos.


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