La frenología, en boga en el siglo XIX, trataba de pronosticar la personalidad, así como las tendencias criminales, basándose en la forma del cráneo, cabeza y facciones de los individuos.
Hoy se considera una pseudociencia sin ninguna validez científica, junto a variantes de ésta, como la fisiognomía, que se centraba en las facciones de las personas.
Y ahora resulta que el reconocimiento facial está invadiendo nuestras vidas sin darnos mucha cuenta de ello. Gracias a técnicas de inteligencia artificial existen algoritmos que reconocen las caras de las personas que hay en una fotografía. Sucede en Facebook o en Google Photos, donde las personas son etiquetadas con una precisión asombrosa.
¿Será la inteligencia artificial capaz de encontrar patrones ocultos en nuestros rostros? No encontrará patrones que determinen la personalidad o la capacidad criminal, pero sí podría encontrar patrones de parentesco, de ancestros comunes. O quizás de enfermedades, que podrían ser físicas o podría encontrar rasgos de depresión, especialmente si se comparan fotos de una persona a lo largo del tiempo.
Esta tecnología puede tener consecuencias preocupantes, pero también existen oportunidades que habría que aprovechar.
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