viernes, 14 de agosto de 2020

Agazapados en junglas mentales

Hiroo Onoda fue un soldado japonés que, siguiendo órdenes, se ocultó en una isla filipina para destruir las instalaciones y las comunicaciones del enemigo.

Era 1944, meses después el ejército japonés abandonó la isla pero este soldado, junto con otros tres, siguieron luchando. La guerra acabó pero ellos no lo creyeron, y siguieron luchando. Uno de los soldados decidió entregarse en 1950, seis años después del final de la guerra. Los otros tres siguieron ocultos, matando aldeanos (se estima que unos 35). El ejército filipino abatió a otro de los soldados en 1954, y a otro más en 1972. Por fin, en 1974, con la intervención de su antiguo jefe, decidió entregarse.

La historia de Hiroo Onoda puede parecer extraordinaria, pero historias parecidas ocurren a nuestra alrededor todos los días. No tan extremas, con soldados ocultos en la jungla por décadas, pero sí de cerrazones mentales que duran años y años, personas que peses a las evidencias que se les presentan siguen parapetados en sus convicciones, en sus obsesiones, en sus extremismos. La negación del cambio climático, la fragilidad de las creencias religiosas, las conspiranoias...

Hay mucha gente agazapada en las junglas mentales.

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