Orson Welles confiaba en la magia de la improvisación. Creas una escena, pones unos actores, pero das libertad para que los actores, imbuidos en los personajes, lleven la acción hacia donde quieran.
Esto le funcionó, pero no le funcionó demasiado. Sus dos o tres obras maestras fueron estructuradas por otros guionistas, el resto de su obra es irregular, está lleno de improvisaciones, no llega a despuntar.
Quizás sea el precio a pagar por llegar a algo sublime, quizás el trabajo planificado puede dar buenos resultados pero no trabajos geniales.
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