miércoles, 16 de septiembre de 2020

Jugando con fuego

Lo del Brexit no lo termino de entender del todo. Como concepto estoy en contra. La idea de la Unión Europea es buena, es necesaria, eso de construir organizaciones que vayan más allá de los decimonónicos estados nacionales. Pero reconozco que su implementación es tosca, mal vendida, no lo suficientemente ilusionante y entendida. Así que en el mundo populista en el que vivimos entiendo que haya quien aproveche la confusión para retroceder a las ideas antiguas. Es una especie de momentáneo impulso reaccionario en un mundo que se dirige hacia la globalización de una forma irremediable.

Pero al mismo tiempo creo que todos los estados nacionales, todos, están sucumbiendo gotita a gotita a esa globalización. Las organizaciones supranacionales están en todas partes: desde las empresas multinacionales, a las comunicaciones, a nuestro supermercado. Las legislaciones tienen que adaptarse a este nuevo contexto y, por ejemplo, ante la aceleración de lo de trabajar desde casa que conlleva la aparición del Covid-19, será habitual en pocos años que una pyme tenga entre sus trabajadores gente que viva en diferentes continentes.

Así que lo del Brexit, a corto plazo, es una gotita en un océano, a largo plazo se verá como una anécdota. El problema es que esa gotita está en la parte del océano en la que yo vivo, y más allá de las dinámicas macroeconómicas, nos va a afectar a unos cuantos. Y alarma que los que están negociando por la parte británica son unos descerebrados que no entienden de la misa la mitad.

Así que a ver con qué consecuencias nos vamos a enfrenar, en el corto plazo.

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