Un soldado de la Primera Guerra Mundial podía demostrar un valor y un coraje inconmensurable, dejarse literalmente la vida en la toma de una trinchera o una colina, una conquista temporal, inútil, sin ningún sentido.
Salvando las distancias con algo tan dramático como la guerra, en el mundo de la empresa te puedes llegar a sentir como un soldado en una trinchera, frustrado ante las órdenes que recibes, tomadas por ejecutivos que dirigen desde alejados despachos, por burócratas que no han pisado el frente, por personas que sólo ven líneas en unos mapas pero que no las entienden.
Las reglas del juego han cambiado pero los que dirigen no se dan cuenta, mientras los soldados seguimos tiritando de frío en la trinchera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario