Llevo en mi muñeca uno de esos relojes "conectados" que miden el número de pasos que doy, mi ritmo cardíaco, recoge datos de mi peso... y de paso da la hora. Y es que no es un reloj, es un dispositivo que mide mi actividad física, mi salud.
De la misma forma, nuestros teléfonos "inteligentes" no son teléfonos, eso es lo de menos. Son dispositivos de entretenimiento: leemos las noticias, tomamos fotos, vemos videos... Y de vez en cuando llamamos. Cubren más nuestras necesidades de entretenimiento que las de comunicación.
La conectividad cambia la naturaleza de los productos, los "expande" hasta el punto de que ya no son realmente lo que dice el nombre que todavía les damos.
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