A finales del
siglo XV había quien se maravillaba por los sorprendentes efectos de la
incipiente Imprenta, pero nadie, absolutamente nadie fue capaz de entender la
transformación que iba a suponer para el conocimiento humano: la Filosofía daba
paso a algo llamado Ciencia, las Artes
multiplicaron su creatividad y su influencia, la Religión sufrió un ciclón que
la puso patas arriba.
Así mismo, en
nuestro bisoño siglo XXI somos testigos de los primeros pasos dados por una
Revolución impulsada por los avances tecnológicos de los medios de comunicación.
A saber en qué va a quedar todo esto, no creo que nadie lo sepa tampoco esta
vez. Pero puestos a imaginar, a lanzar conjeturas como quien rellena casillas del
Euromillón, aquí va un pronóstico: las Ciudades-Estado volverán. Cansados de
nacionalismos, de patrias artificiales, de fronteras imaginarias, las personas
del futuro combinarán una visión cosmopolita del mundo con una organización
basada en lo local, con alianzas basadas en un intercambio democrático.