Iker Jiménez es un fenómeno, un crack. Desde el punto de vista de la comunicación, tiene el don de mantener el suspense y llenar horas de programación con ese piquito de oro que Dios le ha dado. Bueno, como soy escéptico, más que Dios, la combinación de genes que ha heredado de sus padres más el batiburrillo de influencias socio-culturales que he impregnado su mente desde que nació.
Reconozco que escucho podcasts de Milenio 3 de vez en cuando. Lo considero un ejercicio necesario, el tratar de enfrentarme regularmente a opiniones contrapuestas a las mías con el fin de evitar el "
sesgo de confirmación", el enfrentarme solamente a informaciones que confirman mis puntos de vista. Me enerva la sangre a veces, pero también me llega a fascinar el escuchar los argumentos de los que creen en lo paranormal y me entretiene encontrar las inocentes incongruencias de sus exposiciones o sus burdas manipulaciones. Difícil distinguir una de las otras cuando se trata de personas que viven de este "espectáculo".
El problema es que, más que una curiosidad psico-sociológica, es una muestra del poder de manipulación de los medios de comunicación y de la capacidad de tragarse lo que le echen de una proporción mayor de lo deseado de la población.
Una de las "técnicas" que utilizan es tratar de vestir de "científico" lo que es simplemente palabrería o exasperante parcialidad. El programa de
Las Caras de Bélmez es un ejemplo de libro. Se traen a un par de científicos, uno experto en hormigones y pinturas, el otro en temas forenses, y les piden que hagan unos análisis para demostrar la existencia de fraude. "No, no encontramos fraude", dicen ambos ante la evidente satisfacción de un Iker Jiménez que se las da de imparcial. Estos científicos se prestan al juego de responder a unas preguntas tendenciosas, probablemente influenciados por el indudable carisma de Iker, y porque eso de salir en la tele les alegra a sus madres y a sus cuentas corrientes. El problema es que hacer un par de análisis no es hacer Ciencia, Ciencia no es mostrar un laboratorio donde se utilizan avanzados instrumentos, no se trata de un par de tíos con bata blanca mirando una pieza de hormigón.
Un estudio científico riguroso no permitiría hacer extrapolaciones a partir de unas muestras sacadas de los bordes de una única "cara", una que probablemente se fruto de la
pareidolia, dejando sin analizar las potencialmente más fraudulentas. Un buen investigador trataría primero de explicar por qué aparece cualquier mancha en el cemento, tenga forma humana o no, y compararía las de formas humanas con las aparentemente más aleatorias, analizando otras casas del lugar que hayan sido construidas con los mismos materiales (¿aparecen caras en esas otras casas? ¿más o menos que en la "original"? Estoy convencido que soy capaz de encontrar la cara de mi abuela en las manchas de humedad de la casa de enfrente a ésta famosa de Belmez).
El trazo de los rostros y cuerpos también pueden ser analizados por expertos en arte (por favor, evitando al propio padre de Iker Jiménez, al que éste mismo nombró fugazmente; el progenitor probablemente tiene mucho que ver con la configuración mental de su hijo). Muchos de ellos son evidentes dibujos torpes, casi infantiles, a los que podría atribuírseles autoría (dibujo A y B ellos por la misma persona, C y D por otra diferente).
Desde el punto de vista periodístico, me interesa saber quién se ha beneficiado de este circo y cómo. Sin ir más lejos, ¿cobró la familia por este último programa? Iker pasó por encima de las polémicas del valor de la casa, de la aparición de rostros en
la casa de las sobrinas.
Reconozco que estos comentarios son fruto de la improvisación, de las ganas de plasmar rápidamente en palabras mi puntito de indignación. Pero estoy seguro que personas con más experiencia y conocimientos serían capaces de enumerar una larga lista de objeciones y propuestas para enfrentarse con seriedad a un fenómeno como éste. Y paso por alto lo de las psicofonías recogidas durante la noche de grabación que el equipo de Iker pasó en la "casa encantada", porque esos juegos son sencillamente ridículos (¿oyen la voz de una chica diciendo no sé qué de que está cansada? ¿no me digas? ¿en una noche de verano, en una casa que está en medio del pueblo, oyes voces? Ah vale, que es que dicen que "se aseguraron de que no pudieran llegar sonidos de ninguna otra forma"... Una pena que no explicaran como lograron este sofisticado efecto de insonorizar una casa de pueblo).
En fin, que echo de menos un
Richard Dawkins español, un
James Randi ibérico y televisivo que contribuya a elevar el nivel de exigencia intelectual que debemos demandar a las informaciones que nos invaden y confunden. Y de paso nos ayudaría a ser más críticos con toda esa charlatanería, mucho más peligrosa, con la que los Iker Jiménez de la política y la economía nos embaucan.