Pues resulta que el ADN de mi saliva sigue dando que hablar. Por lo menos a mi mismo, claro...
Después de compartir los detalles de mi “Haplogrupo” con una base de datos que contiene información de individuos tan desocupados como yo, han aparecido una serie de personas humanas con las que estoy emparentado. Eso si, son primos bastante lejanos, nuestro nexo esta entre 20 y 25 generaciones atrás, lo que quiere decir que tuvimos un tatarectecéterabuelo hace entre 500 y 700 años, calculo yo. Y lo curioso del caso es que todos ellos tienes apellidos que suenan bastante a judíos. De hecho, he buscado por Internet y todos estos apellidos están relacionados de alguna forma con sinagogas, bases de datos de familias judías, escuelas de estudios rabínicos, etc.
Vamos, que no parece descabellado pensar que mis orígenes están entre los judíos que fueron obligados a convertirse al cristianismo en la época de los Reyes Católicos, o a principios del siglo XVII, los que con el rabo entre las piernas renunciaron a su fe y prefirieron disfrutar de las playas y la Inquisición Española.
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