Hay quien dice
que esto ayuda a explicar porque la gente tiende a creerse más las predicciones
negativas, catastróficas, que las positivas. Una especie de negatividad
genética que nos pone en alerta por lo que pueda pasar.
domingo, 8 de abril de 2012
Predisposición a creerse los malos augurios
Hace 50,000 años,
si estabas recogiendo bayas en medio de la sabana y un congénere gritaba
“!León, león!” habían dos opciones: o salir por piernas o girarse para ver que
pelazo tenía el felino. Puede que lo del aviso fuera una broma del graciosillo
de la tribu, pero es poco probable que hoy en día existan descendientes de
individuos que optaran por la segunda opción porque un día u otro el león
aparecía, así que seguramente todos somos familiares de los razonadamente
cobardes/precavidos que optaban por salvar el pellejo.
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