Mark Pagel, otra vez, sugiere que es posible que los mecanismos mentales que hacen que surjan nuevas ideas no son más que aleatorios, de tal forma que las personas que consideramos genios (Einestein, Newton, Picasso...), no son más que tipos con suerte a los que la lotería de su cerebro les tocó el cuponazo.
No es descabellado, de hecho la diferencia entre la genialidad y la locura o estupidez es muy, muy delgada.
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