miércoles, 2 de mayo de 2012
Un carajillo de Baileys, por favor
En 1927 la
psicóloga Bluma Zeigarnik se dio cuenta de
que los camareros de un restaurante de Viena solo recordaban las órdenes que todavía
estaban “en marcha”, pero se olvidaban de ellas en cuanto eran pagadas. Estudios
posteriores indican que nuestro cerebro se centra en las actividades que no han
sido terminadas debido a una especie de necesidad de “cerrarlas”.
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