Internet ha cambiado los modelos de servicio en nuestra sociedad y economía. Hoy lo damos por sentado, pero muchas cosas que hoy “disfrutamos” son gratis: encontrar, en segundos, lo que buscamos, a través de buscadores como google; leer la noticias del día en plataformas que publican las mismas noticias en papel y cobrando; sistemas de intercambios de mensajes (emails, WhatsApp’s, Facebook y compañía)…
El caso es que no son exactamente gratis, sino que hay un trueque implícito: recibimos estos servicios a cambio de que las empresas que lo gestionan puedan utilizar libremente nuestros datos. Así que no es realmente gratis, lo que pasa es que el servicio no lo pagamos con dinero pero con, eso, nuestros datos.
Y alguna gente pone el grito en el cielo, porque según ellos esto es un atropello. Estas organizaciones maléficas nos están timando porque están sacando un partido desorbitado a esta información que ingenuamente les estamos “regalando”.
Pues no creo que ni unos sean tan malvados ni nosotros seamos tan ingenuos. Empresas como Google o Facebook, empezaron como startups con animo de aprovechar una oportunidad de negocio, sin un maquiavélico plan para conquistar el mundo. Fueron muy listos y vieron la oportunidad en un territorio inexplorado. Al ser lo primeros al llegar a este nuevo territorio seguro que cometieron errores, viene de fábrica con la naturaleza humana, y ahora tienen los problemas inherentes a cualquier gran organización. Pero no los considero malvados.
Y en cuanto a todos nosotros, a ver, que nadie nos obliga a utilizar éste o aquel servicio. Si lo hacemos es porque nos viene bien. Y la supuesta privacidad a la que estamos renunciando, entre tú y yo: a estas organizaciones no les interesamos ni tú ni yo, de forma individual. Lo que les interesa son nuestros profiles y cuantos más hay como nosotros. No es nada personal, solo quieren saberlo para vendernos más cosas. Ni más ni menos, solo para eso.
Yo no sé tú, pero yo no me siento amenazado por este intercambio.
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