Los conceptos evolutivos encajan a la perfección con el ecosistema económico.
Las empresas, como los seres vivos, nacen, crecen, se reproducen y mueren, y pasan a sus descendientes la información necesaria para replicarse, en algunos casos con mutaciones que las hacen evolucionar.
En un mismo sistema económico existen diversos tipos de seres. Están las grandes multinacionales, que harían en papel de los grandes carnívoros, son los leones de la sabana. Junto a ellos conviven los pequeños autónomos, más numerosos, que son como pequeños insectos que pueden levantar 10 veces su peso. Están las medianas empresas, que son como los herbívoros, algunos de un tamaño razonable. Incluso los gobiernos, con sus hospitales, centros administrativos y mecanismos de control, que representan un amplio abanico de seres, desde los parásitos que chupan sangre, aprovechándose del esfuerzo de otros, a bacterias benignas, que ayudan a equilibrar los sistemas. O son los ingenieros genéticos que con sus experimentos pueden romper el equilibrio del sistema.
El contexto económico, con sus crisis y sus recesiones, son como el clima, fuera del control de cualquier empresa, que dictan con sus sequías y épocas de bonanza el devenir de todo el conjunto.
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