Hay algo que se propaga más que el virus: las teorías de la conspiración sobre el virus.
El contexto es perfecto para los conspiranoicos. Los gobiernos y los científicos se contradicen sobre cómo se contagia o qué medidas tomar; es necesario tomar medidas drásticas y globales, como confinar a millones de personas o vacunar de forma masiva en cuanto tengamos vacunas; y toca uno de los temas preferidos de los amantes de la conspiración, precisamente esas vacunas malévolas que están diseñadas para controlarnos a todos como a unos borregos.
Los conspiranoicos se creen más listos por adivinar planes ocultos de personas y organizaciones malévolamente inteligentes. Pero obvian algo importante: que no somos tan inteligentes. Ni los conspiranoicos, ni los malos malísimos que tratan de controlar el mundo.
Tenemos que ser más humildes y entender que no sabemos tanto como creemos.
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