Hace unas semanas me estremecí con el documental “One Child Nation”.
Una chica china va a vivir a Estados Unidos cuando tiene 18 años. Pasados lo años se ha establecido en su nuevo país, se ha casado, tiene un hijo pequeño, ella debe estar en los treinto y pocos.
Trabaja en el mundo de los documentales y decide hacer uno sobre la experiencia de su familia con la política del hijo único, implantada en China desde los años setenta hasta bien entrado el siglo XXI.
Esta cercanía, el documental empieza preguntando a sus propios familiares sobre sus experiencias, ayuda a entender la escala del drama que han vivido centenares de millones de personas durante décadas.
Su propio tío abandonó a una hija en el bosque, porque su existencia no estaba permitida por la política del partido. La niña, un bebe abandonado, murió. El alcalde de la aldea cuenta como ordenaba destruir las casas de las personas que habían tenido más de un hijo, una mujer que practicó miles de abortos a mujeres embarazadas de 8 meses, explica que no se arrepiente porque era lo que el Partido había decidido, era mejor que una minoría sufriera que todos pasaran hambre. Unos videos muestran el adoctrinamiento que se ejercía incluso con niños cantando amenazas a todos aquellos que no obedecieran. En los muros de muchas ciudades todavía hoy se pueden ver las advertencias: “Si una persona tiene más de un niño, todo el pueblo sufrirá”, “Mejor sangre fluyendo que niños naciendo en contra del plan del Estado”. Un artista explica la exposición que está preparando basándose en imágenes de vertederos en los que se pueden encontrar fetos de niños de hasta 8 meses, algo que no era inusual. Una mujer que practicaba esterilizaciones forzadas, explica como las mujeres eran muchas veces arrastradas a las clínicas para practicarles las esterilizaciones. La gran cantidad de niñas abandonadas en las calles abrió la oportunidad de negocio de “venderlas” en el mercado internacional de adopciones…
Acabé el documental con la boca abierta, horrorizado por la magnitud de esta política. Como muchos, sabía que China había tratado de controlar su crecimiento poblacional, pero nunca se me había ocurrido pensar en que aplicar algo así tiene que conllevar de forma casi inevitable un sinnúmero de barbaridades y la complicidad de todo un pueblo.
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