Tanto en la vida familiar, como en el trabajo, como con los amigos, una de las fuentes de frustración es tratar de estar a la altura de las expectativas que se crean a través de los medios de comunicación, de las películas, del entorno que nos rodea.
Hoy queremos vacaciones que estén a la altura de lo que vemos por la tele, tener un físico saludable, estar guapos de la muerte, en el trabajo la presión está en ser capaces de dar los servicios que se leen en las noticias, con su machine learning, su artificial intelligence y la madre que los parío.
Pero, la verdad, es difícil estar a la altura. Y esta presión externa no era la misma en el pasado. La fórmula para evitar la frustración es combinar una visión realista de lo que es posible y ambiciosa para maximizar el valor de lo que tienes, pero sin caer en la tentación de aspirar a un poco demasiado.
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