La explosión de películas y series de televisión sobre superhéroes puede ser explicada desde diferentes ángulos: los efectos especiales son mejores y más baratos, los niños que leían los cómics son ahora adultos...
Pero hay una posible explicación que es más inquietante. El mundo se ha vuelto, aparentemente, más complejo, cuanta más información tenemos a nuestra disposición, tan sólo a uno pocos clicks de distancia, más confusos estamos. Y las historias de superhéroes ofrecen un elemento que simplifica la realidad: sabes quienes son los buenos, y sabes quienes son los malos.
Sí, es cierto que los guiones a veces son más elaborados, no siempre hay un Lex Luthor malo malísimo y un superhéroe bueno buenísimo. La series "The Boys" me pareció muy buena, centrada en cómo unas personas con superpoderes pueden utilizarlos para el mal. Pero en general Ironman, Spiderman y compañía son los buenos y Thanos y compañía los malos.
Estas historias ofrecen un antídoto ante la confusión, y esto tiene un punto peligroso. Si empezamos a ver buenos y malos, como categorías claramente diferenciadas, en la realidad corremos el riesgo de caer en extremismos, de ver el mundo en blanco y negro, sin ser capaces de apreciar todo el espectro de colores.
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