Hemos heredado palabras, expresiones, gestos y actitudes de nuestros padres. Y ellos de sus padres, y sus padres de los suyos.
Pequeñas cosas que suceden en nuestro día a día son ecos de un pasado que puede remontarse a varias generaciones atrás. Incluso en un presente tan diferente al de nuestros antepasados, cuando nos sorprendemos soltamos una expresión que se ha mantenido en la familia por centenares de años, o nos dirigimos a nuestros hijos con las mismas palabras, o miramos a nuestra pareja de la forma que hemos aprendido a mirar a las parejas.
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