El Impero Romano se basó en una cultura de machos
de pelo en pecho que no paraban de guerrear. Se aprovecharon de su gran ventaja
competitiva: cuando querían eran organizados de la ostia. Lo mismo para coordinar
sus tropas que para gestionar la burocracia. Con sus ineficiencias relacionadas
con la inusitada corrupción, vale, pero los tíos eran organizados hasta para
eso.
Les costó lo suyo deshacerse de los Cartagineses,
pero en cuanto se los quitaron de encima y se centraron en invadir territorios
menos coordinados, pues se los llevaban por delante: los pueblos de la Península
Ibérica, la Galia, Inglaterra… Una expansión basada en el saqueo. Pero, se les
acabó el territorio para conquistar: que si por el norte hace mucho frío, que
si por el sur hay un desierto enorme, que si por el este un océano, que si por
el este hay gente con muy malas pulgas y nos da pereza. ¿Qué pasa si no
conquistamos más? Pues guerras internas, y entre guerra civil y guerra civil,
hay que producir algo. Total, que como no era lo suyo pues viene lo que viene después
de los apogeos: decadencia.
Y en la Península Ibérica, pues tres cuartos de lo
mismo. Una dinámica de siglos de conquistar territorio musulmán, llegamos a las
playas de Málaga y que se nos acaba el territorio en la península. La tremenda
suerte es que justo al mismo tiempo va y conquistamos todo un continente, manda
huevos. Y para allá mandamos a gente, con esa mentalidad
conquistadora/expoliadora. Y a otra gente la mandamos a conquistar otras zonas,
del norte de Europa, de Italia. Venga, a saquear, a aprovecharse de lo que
otros han producido. Que produzcan otros.
Y claro, las conquistas acaban, y hay que ponerse
a producir algo, pero como no lo hemos mamado, pues no nos sale. Y empieza el
declive.
Que sí, que tanto los romanos como los españoles hicieron
cosas buenas también, con sus acueductos, sus misiones, sus calzadas y todo lo
que tú quieras, que no todo era saquear.
Pero si los grandes personajes que nos quedan son conquistadores…
pues eso.