Un cantaor, un guitarrista y una persona sentado sobre una caja flamenca. ¿Hay algo más tradicional? Pues casi.
El cajón flamenco fue introducido por Paco de Lucía en sus actuaciones alrededor de 1977. Lo descubrió en Perú, y su origen está en los esclavos negros, para los que la percusión tenía una gran importancia cultural y hasta religiosa. La Iglesia Católica les prohibió las tambores y éstos encontraron alternativas en los elementos cotidianos que les rodeaban. Una de esas alternativas eran las cajas de madera que utilizaban en las plantaciones.
Paco de Lucía pensó que el sonido de esos cajones encajaban perfectamente con la música flamenca y se lo trajo para España. Y hoy a todos nos parece que siempre ha estado ahí.
Algo parecido sucede con el salmón. Un sashimi japonés puede parecer indisolublemente asociado al salmón. Uno podría imaginarse perfectamente un samurai del siglo XVI tomándose un sashimi de salmón junto a un par de geishas, ¿no? Pues no. Porque el salmón crudo fue introducido por Noruega en el país nipón en 1986, como parte de una campaña gubernamental para introducir su producto en nuevos territorios. Hasta entonces los japoneses no tomaban salmón crudo, y hoy nos parece que lo han hecho siempre.
El cultivo de la naranja en Valencia no se extendió en el siglo XIX, lo mismo que el del plátano en Canarias...
Cosas que nos parece que siempre han estado ahí, pero que llevan con nosotros apenas unas pocas generaciones.
Cosas de los espejismos de las tradiciones, relacionados con una miopía mental que nos impide ver mucho más allá de lo que tenemos delante de nuestras narices.