En 1988 3 miembros del IRA fueron tiroteados en Gibraltar for fuerzas especiales británicas. Los terroristas tenían la intención de realizar un atentado, las fuerzas británicas los emboscaron en una gasolinera, los terroristas iban desarmados y no encontraron bomba alguna en su coche.
Rafael Vera, Secretario de Estado de Interior por aquel entonces, lo pone como ejemplo de cómo se las gastaban los británicos, en contraste con el revuelo que montamos en España con las cosas del GAL, según cuenta en el documental "El Desafío: ETA".
Otro ejemplo que puede venir a la mente es el de la operación que mató a Bin Laden, aprobada por un líder tan carismático como Obama. Un grupo de operaciones especiales, invaden el territorio de un país más o menos aliado, Pakistán, con el objetivo de matar al terrorista más odiado del mundo. Acto seguido lo anuncian a bombo y platillo y aquí no ha pasado nada.
En el país de Harry el Sucio, Chuck Norris, Charles Bronson, Bruce Willis y Tarantino, estas formas de actuar están asumidas, son esperadas, son despachadas sin mucha autoreflexión.
En España por lo menos tenemos la dignidad de reconocer la incomodidad de este tipo de acciones, pero no sé si es más por una mezcla de vergüenza por lo mortadelo-filemonesco de lo que supuso el GAL, por no reconocerlas abiertamente como lo hacen sin reparos los británicos o americanos, o por las dudas morales que dejan.