En el libro "La vida contada por un Sapiens a un Neardental", Juan Luis Arsuaga le habla a Juan José Millás sobre la convergencia evolutiva, y le pone como ejemplo a Hernán Cortés.
Cortés, cuando llegó a territorio azteca, reconocía lo que veía: soldados, sacerdotes, administradores, escritura, templos... A pesar de que los ancestros de Cortés y los de los aztecas se habían separado hacía miles de años, cuando todavía cazaban mamuts, ambas civilizaciones habían llegado a sociedades parecidas en lo más básico.
En la naturaleza esta convergencia se puede encontrar por todas partes. Algo tan complicado como volar ha sido alcanzado por los seres vivos a través de caminos diferentes: los insectos, las aves (reptiles), los mamíferos (murciélagos)...
El crecimiento de las sociedades humanas tiende hacia la complejidad y la especialización, éstas favorecen la desigualdad. Pero no tenemos que olvidar que no estamos al final del camino, sino que estamos en algún punto intermedio de él.
Por qué no, quizás la conciencia de la desigualdad es el mecanismo que puede ejercer de contrapeso a la brutalidad de los mecanismos evolutivos. Quizás, la justicia y la igualdad sea un punto al que se encuentre en algún lugar del camino.