Hay quien dice que de la misma forma que una hormiga no es capaz de comprender la escala humana del mundo que le rodea, nuestra inteligencia no nos permite entender escalas superiores a la nuestra. Este argumento, intelectualmente derrotista, se convierte en un cajón de sastre en el que caben diferentes tipos de creencias, desde los que afirman que los extraterrestres están ya entre nosotros a los que defienden la existencia de Dios o variopintos mundos espirituales, por lo que siempre me sentí incómodo con él.
Pero hoy he visto un documental en el que han explicado de una forma ciertamente esperanzadora los logros del intelecto humano. El presentador, coge la arena de una playa y afirma que existen más estrellas en el Universo que granos de arena en todas las playas del Planeta Tierra, un planeta insignificante, que orbita alrededor de una estrella cualquiera, en el rincón de una galaxia más entre una infinidad de otras muchas. Desde este punto de vista, no es nada desdeñable que nosotros, los seres humanos, hayamos sido capaces de entender nuestro insignificante rol en este Universo. Puede que apenas lo hayamos empezado a entender, pero lo hemos hecho, y nuestro conocimiento sigue creciendo a un ritmo exponencial.
Es como si las hormigas que serpentean por la acera de al lado de casa supieran que existe Australia y la Copa del Mundo de Fútbol.
Así que, a pesar de que ciertamente la mente humana puede tener ciertos límites, estos están todavía por encontrarse, y no me vale el argumento de que no somos capaces de entender ciertas cosas porque no estamos diseñados para entenderlas.