Hace unos días fue el día de San Patricio y he visto un documental sobre este santo, patrón de los irlandeses, que impulsó el Cristianismo en aquella isla en el siglo V.
El documental publicado en Netflix y producido desde algún grupo católico, es complaciente con la figura del santo, lo ensalza y no hay ni pizca de espíritu crítico, pero ayuda a entender el contexto de la época.
Irlanda está poblada por un mejunje de tribus paganas con querencia por lo salvaje. Al obispo Patricio llega con una misión personal para evangelizar a aquellas gentes. Él mismo fue esclavo años antes en ese territorio, cuando fue capturado en la isla de Bretaña por unos saqueadores irlandeses, lo que le permitió conocer aquella cultura y lengua antes de que pudiera escapar de allí.
Hay varios puntos que me llaman la atención, como las continuas llamadas de Dios que tiene el bueno de Patrick. Basándose en lo que él mismo dejo escrito, Dios mismo le indica que decisiones tomar o le anticipa lo que va a pasar. Entiendo que esto es seguramente una interpretación de sus propias acciones, en base a las firmes creencias que tiene, pero no puedo dejar de pensar en la posibilidad de inclinaciones esquizofrenicas…
Pero el punto que más me interesa en esta historia es más sociológico que psicológico: cómo se puede cambiar el sistema de creencias de un grupo a partir de la predicación.
El punto de partida es la existencia de un “mercado de religiones” una expresión que leí en relación a la situación de la religión en Estados Unidos. Como español nacido en el siglo XX, es un concepto extraño, porque durante siglos el férreo control de la Iglesia Católica no ha permitido a las personas plantearse qué religión es la que más te interesa. “Católico-apostólico-y-romano”, y ya está. Pero Estados Unidos se originó como un refugio para minorías (cristianas) religiosas, y esa mentalidad ha perdurado hasta hoy en día, donde existen multitud de variantes del cristianismo, incluyendo muchas de su propia cosecha, como los mormones, pero también es normal que la gente profese otras religiones, desde el Islam al budismo, hasta la Cienciología.
El mundo anterior a las religiones monoteístas era un batiburrillo de dioses, espíritus y magias varias, con multitud de variantes locales, y con tendencia al sacrificio, a veces de animales, no pocas veces de humanos.
Y entonces llega el cristianismo y te lo simplifica. Un solo Dios. Bueno, más o menos, porque se liaron con lo de la Santísima Trinidad, seguramente por la inercia del politeísmo imperante hasta entonces. Pero de docenas de Dioses a quedarte entre 1 y 3, no está mal. Y no te exige sacrificios humanos (la historia de Abraham va sobre eso). Y parece que el tal Jesus dice cosas razonables…
Total, que los cristianos vendían un buen producto, para el contexto de la época, y esta fue seguramente una de las razones de su éxito.
La cosa está en que, después de dos mil años, es normal, el producto se les ha quedado anticuado.