Lo que uno quiere hacer con su vida está, evidentemente, influenciado por el contexto en el que vive.
Las máquinas del tiempo son herramientas mentales que ayudan a experimentar con esta idea. Un niño del siglo XI en España podía aspirar a ser labrador o guerrero, no pensaba en ser futbolista, actor, programador de machine learning o científico.
Puede parecer una perogrullada, pero analizarlo desde una situación extrema como ésta ayuda a entender que lo que una persona aspira a conseguir se basa en lo que ve y está disponible a su alrededor.
Porque no es tan evidente vislumbrar las barreras mentales que, en el presente, sin máquinas del tiempo de por medio, configuran nuestras voluntades y aspiraciones. Lo que quieres ser de mayor, el sueldo que crees que mereces, las vacaciones que quieres tomar, la pareja que eliges, todas tus decisiones y deseos están marcados a fuego por lo que has ido asimilando a través de tus padres, tu familia, tus amigos, los anuncios de la tele, la educación que has recibido en el colegio…
Somos el fruto de nuestro contexto, predecibles desde un punto de vista macroescópico, indiscernibles desde el ángulo microscópico.
Pero, a pesar de todo, existe un elemento probabilistico en todos nosotros. En toda muestra siempre existe esos elementos “ruidosos” que no concuerdan con los resultados que se esperaban. Es el azar, es la excepción que pone a prueba a la regla.
Aspiremos a ser el elemento ruidoso de la muestra.